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¿Cómo se mide la identidad partidista?

Neuropolítica.

David Uriarte
31/08/17

La identidad significa que te identificas con algo o alguien. Te identificas con los hombres, con las mujeres, con ambos; te identificas con los católicos, los mormones, los protestantes, en fin, hay algo que te identifica con ese grupo, corriente, principios o ideología.

Hay una persona que tiene los grados académicos de maestría y doctorado en Derecho por la UNAM. Fue secretario del Ayuntamiento del municipio donde nació, diputado federal y senador por su entidad federativa, todo bajo la doctrina y la identidad política del PRI. 

Renuncia a su identidad priista para convertirse en perredista, y así gana la gubernatura de su estado. Al término de su administración y aún fervoroso perredista, se convierte en estratega electoral de su partido político y así logra nuevamente llegar a la más alta tribuna parlamentaria.

Cansado, agobiado, decepcionado, enojado, la verdad no lo sé, pero se convierte en miembro distinguido del Partido del Trabajo en 2008. 

Para el 2012, es designado colaborador de primera línea de la Coalición Movimiento Progresista que encabezaba Andrés Manuel López Obrador, y en septiembre de ese mismo año se convierte en diputado federal representando en ese entonces al Distrito Federal bajo las siglas de Movimiento Ciudadano. 

Actualmente, jefe delegacional y aspirante a la candidatura al Gobierno de la Ciudad de México 2018.

Si la identidad religiosa de un católico se transforma en identidad adventista, después en testigo de Jehová, al poco tiempo en mormón, después en protestante, hoy pentecostés y si sale de pleito con el ministro o pastor amenaza en convertirse en adorador de Jesús Malverde, en este caso, ¿hay identidad o hay una personalidad múltiple?

Esta analogía aplica a los militantes fervorosos y dogmáticos cuya identidad partidista nada tiene que ver con estatutos o declaración de principios; solo con su interés y necesidad de poder político.

La identidad partidista se mide por la permanencia y práctica de la doctrina política que se profesa. Cuando la permanencia partidista depende o se condiciona a beneficios personales y la práctica política se ejerce desde el púlpito del poder, entonces hay todo, menos identidad.

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