Policiaca
San José de las Delicias luce solo, se respira miedo y un olor a animales muertos tras desplazamientos
Pobladores temen permanecer en la comunidad sin la presencia del personal de la Sedena; este fin de semana 48 regresaron tras el cierre del albergue, no tenían a dónde más ir.
Así quedó una de las viviendas atacadas. FOTO: Ernesto Torres.
A dos semanas de la madrugada del pasado viernes 27 de julio, cuando las detonaciones de rifles de grueso calibre reventaron las fachadas de las casas de Mario Alberto Lugo Lara, alías «Mario Calabazas» y/o «El Calabaceño» cabecilla de un grupo criminal considerado generador de violencia en la sierra del municipio de Sinaloa; las comunidades lucen solas, con aparente calma, pero en San José de las Delicias donde fue el epicentro de los enfrentamientos, hay decenas de animales muertos, se respira el miedo, y los pobladores temen regresar.
Hoy, las viviendas siguen solas, hay animales que murieron atados o encerrados, al parecer de hambre, animales que para algunos eran el sustento de sus hogares. Las casas continúan abiertas de par a par, los negocios y casas propiedad de la familia de «El Calabazas», destruidas a balazos, incendiadas, saqueadas y en completo abandono.
Son tres casas quemadas en el pueblo, las tres bien edificadas, con muebles elegantes y construidas en amplios terrenos; fueron inicialmente baleadas y quemadas.
De esto dan cuenta los vestigios en sus patios, que son prácticamente una explanada, donde aún permanecen cientos de casquillos de rifles de AR-15, AK-47, de los llamados «cuerno de chivo», y hasta de Barrett m82, calibre 50. Las casas destruidas en las refriegas son de «Mario Calabazas», su hermano Juan Manuel, alias «El 80», también miembro de la misma célula y Mario Lugo padre de estos.
Estas dos casas más lujosas y vandalizadas, prácticamente destruidas a balazos, una de ellas aún sin terminar y otro una cabaña, en donde se observa ropa de niños, adolescentes y mujeres principalmente; además, alimentos descompuestos y otros rastros de la violencia.
A esto se le suman dos negocios: una tienda de ropa, abarrotes, purificadora y local de antojitos; en este lugar que aún sigue abierto y a merced de quien llegue, ahora está más saqueado, huele a alimentos descompuestos, pero similar al aire exterior, donde llegan oleadas fétidas de los animales que murieron de hambre, esperando ser desatados para alimentarse por su cuenta, o que regresaron las personas, quienes salieron huyendo en medio de las balaceras.
De igual modo, está la tienda de enfrente, expendio, talabartería y ferretería, ahí las condiciones son las mismas, todo luce desordenado y parecieran ruinas de un pueblo fantasma.
El retorno de los desplazados era inminente, pese a que ellos temen regresar, algunos no tienen familiares con quien quedarse o refugiarse, pues aunque las autoridades dicen que ya es seguro y hay condiciones para su retorno, temen ser víctimas de la violencia.
Muchos regresan y aunque no a la fuerza, pero sí obligados por las condiciones, porque es su única opción tras el cierre del refugio temporal para víctimas de desplazamiento forzado interno en Guamúchil, a donde llegaron 780 personas, según cifras de María Inés Pérez Corral, Secretaría de Bienestar y Desarrollo Sustentable del Gobierno del Estado de Sinaloa (Sibides).
A diferencia de días anteriores, hoy no se observa la presencia de gente armada y un convoy del Ejército Mexicano y de la Guardia Nacional recorren la comunidad, no había prácticamente nadie, sólo un adulto mayor que se resistió a salir y una mujer que regresó con su hijo.
El adulto mayor, quien dijo que no se fue porque prefirió «quedarse en en su casa a irse rodar en lugares ajenos», teme a la violencia, pero también está resignado a que si va morir va a ser ahí, en único lugar que conoce desde que tiene razón, a donde llegó a los 5 años.
Cuestionado si tiene miedo, sólo respondió: «pues mira», mientras señalaba a su alrededor, a la soledad, donde el miedo no sólo se siente, sino se respira. Aún así, dijo confiar en que si los militares se quedan, aunque sea un convoy, podría entonces regresar la calma a San José de Las Delicias.
¿Usted cree que vaya a regresar la seguridad, dice el gobierno que ya es seguro?
«Apenas que no se movieran (los elementos de la Sedena), que estén de planta, de perdida un comando de perdida (una unidad hummer). Porque se van y dejan sólo y saben los malandrines».
¿Si se van, es cuando la gente está en riesgo?
«Sí, ese es el pedo».
En San José de las Delicias vivían más de 100 familias, en las cuales habían alrededor de 260 personas, este fin de semana regresaron 48 personas, la mayoría adultos mayores que se aferran a su identidad, su tierras, su casa y sus animales, menos del 20 % de la población, por miedo, ya no regresará.
Los últimos desplazados fueros de San José y sus comisarías:
- Joya de Martínez, Baromena
- La Higuerita
- Chacoapana
- Carrizalejo
- Haciendita de Ceballos
- La Hacienda de los Martínez
- Ocuragui
- Los Quintero
- Potrero de los Félix
- Potrero de los Bojórquez
- Sierrita de los Germán
- El Vainoral
- Jesús María
- Tosibuena
- Vinaterías.
Además de una docena de rancherías, entre ellas:
- El Algarrobal
- La Mesa
- Tierra Nueva
- El Potrero de Durán
- El Terrero
- La Estancia
- Corral Falso, entre otras.
¿Cuántas familias hay en San José?
«Más de cien casas, si fácil, había muchas familias».
Y usted, ¿se quedó solo?, ¿Usted y otro señor nomás?
«Sí, nosotros dos nada más».
¿Por qué no se fue?
«En primer lugar, porque no tengo familia. Mi hermano sí se fue porque tiene sus hijas y esposa, yo no tengo y, para morir allá, a lo mejor caigo por allá, ni encontrar trabajo nada, aquí de perdida me dan ayuda (pensión Bienestar), si no, allá estuviera con la gente esa, ese gentío (en el albergue), que tiene suerte para comerse un sándwich o para bañarse».
¿Qué hizo usted solo estos quince días, solo en San José de las Delicias?
«Pues darle comida a los animales que pude, a los que están encerrados, las gallinas. Aunque no son míos, pero me da lástima y era una pestilencia, murieron seis animales (vacas), pero saqué más de cien animales».
¿Usted cree que ya va a estar tranquilo?
«Sabe, ojalá que sí, y que hubiera aunque sea poquito gobierno, porque se siente solo, y lo que se tiene miedo es que vuelvan a caer y maten inocentes».
San José de Delicias continúa solo y aún parece pueblo fantasma, se respira la inseguridad, pero quienes volvieron lo único que esperan es que, conforme pasen los días, la calma que parece haber, se cristalice y puedan retomar sus vidas.
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