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Juan, «El ángel del camionazo», asiste al psicólogo, gritos de víctimas no lo dejan dormir
Relató cómo fue su viaje en el autobús 502 de Norte de Sinaloa.
El hombre reveló que se retiró del lugar por la impotencia que sentía de no poder salvar más vidas.
Juan Antonio Bernal Jasso, así fue identificado al que llamaremos «El ángel del camionazo», mote que se ganó por los sobrevivientes del accidente en la Maxipista Mazatlán - Culiacán, comentó que vive con la conciencia alterada, ya que lo vivido la tragedia ocurrida, no lo deja dormir.
Entrevistado por Luz Noticias, «El ángel del camionazo», de 57 años de edad, originario de Guadalajara Jalisco, relató cómo fue su viaje en el autobús 502 de Norte de Sinaloa, el cual chocó contra un tráiler y se incendió en la rúa mencionada, perdiendo la vida, calcinadas, 24 personas, entre ellos niños y mujeres.
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«El ángel del camionazo» precisó que regularmente viajaba en estos autobuses, ya que labora como chofer en una agencia de autos y traslada vehículos de una ciudad a otra, por lo que en esta ocasión viajaba de Guadalajara a Guasave, a donde iba por una unidad.
Comentó, con tristeza al recordar esos minutos angustiantes tras el choque del camión, cómo los gritos de horror de las personas que no pudieron salir por la ventana que rompió, eran ensordecedores y que a la vez se iban apagando conforme las llamas envolvían por completo al autobús.
Juan Antonio se sinceró, revelando que esos gritos, de niños, de mujeres, no lo dejan dormir, por lo que ya está en tratamiento psicológico por la impotencia que sintió al no poder salvar más vidas.
«Siento una satisfacción (por salvar unas vidas), pero a la vez tristeza y pena, consternado de oír los gritos de la gente y no poder hacer más, de dos niños que venían y la gente pedía auxilio, ¡ayúdennos, no nos dejen aquí! Por eso no he podido dormir. A mí me están llevando con un psicólogo y ahora sí, que Dios tenga a esa gente en su santa gloria», señaló.
«El ángel del camionazo» añadió que el instinto de supervivencia de los pasajeros los llevó a poder salir, mientras que los que no lograron bajar del autobús, la mayoría venían dormidos y no alcanzaron a reaccionar, porque todo pasó en un lapso de 2 a 3 minutos.
Les ganó el miedo
Comenta que a las víctimas mortales les ganó el miedo y la desesperación y que por eso no lograron salir, que cuando vieron que él y el vecino de Mocorito quebraron una ventana, se amontonaron para salir por ese sitio y no buscaron más alternativas.
Pero que ahí cada quien peleaba por su vida, al grado que la última mujer que se salvó subió a la ventana para saltar y los pasajeros la jalaban luchando por ser ellos quienes se salvaran.
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Fue hasta que otro hombre prácticamente le arrebató a la señora y la jaló hacia afuera, después ya nadie logró llegar a la ventana.
«A la hora del accidente sentí el amarrón y el golpe y en eso ya vi las llamaradas, y yo le grité a la gente "despierten, quiten los martillos de las paredes de las ventanas para poder salir", yo pienso que se amontonaron porque vieron la ventana que ya había quebrado y quisieron salir todos por acá, pero ya las llamas las teníamos encima. Una de las señoras, la última que salió del autobús, la estaban jalando hacia dentro por la desesperación de salir, a ella la jalaban los pasajeros, y otra de las personas fue y la jaló a ella y la sacó del autobús. Pero sí fue cosa de minutos cuando el camión ya estaba envuelto en llamas», narró.
- Cuestionado sobre por qué se retiró, respondió que una vez afuera del autobús, miró un par de minutos cómo las llamas lo envolvían y no pudo seguir escuchando los gritos de desesperación de los pasajeros que no lograron salir, gritos que aún suenan dentro de su cabeza.
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